El edificio del Convento de San Juan de Dios presenta una estructura espacial singular que el proyecto quiere conservar. Para ello, se decide destinar todo el programa público y de esparcimiento al edificio del convento, muy adecuado para este tipo de usos por la dimensión de sus crujías y de sus altos techos abovedados. Esta decisión se basa en el respeto y el profundo entendimiento del carácter del espacio conventual, sin forzarlo a albergar un programa demasiado extenso o que propiciaría una fragmentación innecesaria de su estructuración.
El proyecto entiende el espacio del convento como lugar de recogimiento, de introversión al patio central del mismo, y lo interpreta insertando en él el programa de celebración y exposición que requiere la Hospedería. En el interior del edificio, se limpia la tabiquería de las crujías para crear espacios diáfanos y de uso flexible, sin divisiones fijas, que se pueden compartimentar con piezas de mobiliario transitorio, como grandes puertas abatibles que se recogen en las paredes cuando se necesita el espacio completo. Todos estos usos públicos, de no-residencia, tienen un acceso independiente directo desde el exterior sin tener que cruzarse necesariamente con los huéspedes.
El programa privado, las habitaciones, se aloja en el baluarte circundante al convento para lo que se realiza una operación de [VACIADO] gracias a la cual se configuran los tres espacios en los que se estructura el proyecto: el edificio existente del convento, el baluarte con las habitaciones y el patio intersticial de circulación y relación entre los dos primeros y que a su vez es una calle que se integra en la trama urbana de Olivenza [SITUACIÓN]. Así, en el proyecto existe un doble flujo de circulaciones y uso tanto público como privado y comparte el disfrute del gran patio-calle con el pueblo de Olivenza. Los dedos que quedan de la excavación del baluarte son los que configuran este patio, ensanchándolo para crear jardines, zonas comunes de esparcimiento, o estrechándolo para crear la calle, y permitir el paseo con una dimensión más doméstica. [PATIO-CALLE].
Por otro lado, las habitaciones se conciben como “celdas” abiertas a patios privados por los que se accede a cada célula independientemente [HABITACIONES-PATIO]. En estos patios se inserta vegetación que ayuda a crear un clima de reposo, quietud y recogimiento muy adecuado al perfil del visitante que se va a albergar en nuestra hospedería, que busca disfrutar del tiempo con calma y relacionarse en un ambiente propicio que invita a la tranquilidad, y permite el disfrute de la manera extremeña de ver la vida y de vivirla. Los patios privados pueden ser configurados por el propio usuario, haciéndolos transparentes u opacos según se desee, e iluminan las habitaciones y vuelcan las vistas de las mismas al Convento. De este modo, y dentro del propósito de respeto a las pre-existencias que es la razón de ser del proyecto, se evita abrir huecos en la muralla para iluminar las estancias y se permite disfrutar de la vida exterior en el patio con vegetación de limoneros, tan característica de Extremadura.
Estas [HABITACIONES-PATIO] se insertan en grietas a modo de dedos que se abren en el terreno llegando a formar una [ESTRUCTURA DE PEINE], quedando, entre las celdas, importantes espesores de masa que ayudan al comportamiento climático de las mismas. Su disposición permite, también, la ventilación cruzada, ya que, además del patio de entrada, las celdas tienen, al fondo, otro pequeño patio, como una chimenea de luz que es accesible. Esta configuración permite, además, conservar el paseo de la parte superior del baluarte como parte de legado al pueblo de Olivenza sin interferir en la vida diaria de los habitantes de la Hospedería.