Hacia años que la propietaria de esta vivienda buscaba un hogar para ella en Barcelona. Cuando lo encontró, dos cosas la enamoraron: la luz y las vistas hacía el mar desde la cocina. Pero todavía no sabía que encima del falso techo, a 2 metros más de altura, había una cubierta de vigas y cerchas de madera, que convertirán su 60 m2 de piso en un espacio singular y único dentro de la trama urbana de la ciudad.
La vivienda está situada en la ultima planta de un edificio de los años 50 del distrito de Nou Barris en Barcelona. En origen disponía de tres dormitorios, una cocina, un baño, un lavadero y un salón/comedor.
Una de las operaciones principales es la abertura de la cocina al salón/comedor mediante un generoso paso en la pared de carga: se conectan visualmente las dos fachadas, aumentando la luminosidad del espacio.
Se elimina una habitación a favor del salón y gracias a la gran altura recuperada de la demolición del falso techo, se construye un altillo en la entrada, destinado a zona de meditación y estudio. Debajo, se ubica una habitación para invitados.