La vivienda está situada en la última planta de un edificio de los años ochenta en Barcelona. El piso en origen disponía de una distribución muy fragmentada: dos habitaciones, una cocina, un baño y un pequeño salón/comedor. El nuevo programa funcional cuenta con una sola habitación. El proyecto prevé la demolición de todos los tabiques para configurar un espacio mas abierto y flexible. Este objetivo se consigue mediante una pieza alrededor de la cual se estructura el espacio de toda la vivienda: la cocina, que, ubicada en la entrada y pensada como un volumen que esconde el dormitorio y el baño, genera una distribución circular. El salón/comedor, antes estrecho y alargado, es ahora un espacio mas amplio y gana luminosidad incluyendo las dos aberturas de fachada.
En el antiguo lavadero del patio interior se ubica la ducha, que queda integrada dentro del dormitorio, mientras que el baño, antes oscuro, gana luz natural a través de un lucernario desde el salón.