XLVI Ciclo de Espectáculos Clásicos. Teatro Griego de Siracusa
Elogio de una ruina.
Teatro en un lugar antiguo, una ruina solemne y bella que se reutiliza con el mismo uso para la que fue construida. Un verdadero homenaje.
La escenografía debe responder a esta situación gloriosamente anacrónica con una actitud abstracta que pueda sumarse al carácter de ruina del lugar entendido, incluso, como espacio geográfico en el que el contexto y el público son parte intrínseca del conjunto. La escenografía tiene esta mágica función unificadora.
Una ruina histórica no es menos es más. Es sagrada.
Elementos puros e inmutables, muros, playa, mar, casa, sangre, palacio …más que artefactos escénicos deben permitir el retorno triunfal de Ajax, Fedra, Hipólito, Ulises, Atenea, Artémides, Afrodita en las obras de Sófocles y Eurípides.
Una obra arquitectónica goza de su máximo esplendor expresivo cuando es proyecto, disminuye con el uso y paradójicamente lo recupera cuando es ruina, en el último esfuerzo de resistencia al paso del tiempo.
En esta línea de conducta el material básico con que se configurará la escena es la madera natural en su estado original y capaz de coexistir, sin excesivas debilidades, con la histórica masa de piedra del teatro.
La escenografía, en su modesta medida, pretende incorporarse a la historia de la ruina con una actitud de silencio y quietud para contribuir así a la definición de un lugar intemporal en que los directores de las tragedias puedan expresar su propio pensamiento teatral.