El río Tijuana es un umbral natural de la frontera entre México y Estados Unidos. Desafortunadamente su trazo y tratamiento también se ha convertido en un gran borde que segrega y degrada ambas porciones de la ciudad.
Por tal motivo proponemos intervenir el trazo del río con un gran elemento arquitectónico que en vez de separar, suture ambas partes de ciudad mediante su densificación y diversificación de funciones como respuesta a la población flotante y sus demandas temporales. Así, frontera y río configuran un nuevo distrito de transición que sirve de puerta monumental para el que llega; regeneración urbana para los que ahí habitan, y recuerdo para los que se marchan.
El edificio contiene todo tipo de espacios para el fomento a la cultura y la información. si bien, el muro norte se presenta limpio y llano con clara alusión a la frontera; el muro sur posee una diversa gama de aberturas para ganar luz natural, ventilación y vistas. Tijuana se asoma por cada una, y cuando el río aumenta, el edificio parece navegar. Siempre que el nivel del río lo permita, escaleras conectan el edificio con su lecho seco para realizar actividades al aire libre.