El Museo de Bellas Artes de Castellón gira alrededor de un claustro ajardinado con unos magníficos cipreses, perteneciente al antiguo colegio de Serra Espadá. La construcción que alberga las salas es un apilado de plantas de iguales dimensiones, en las que un espacio a doble altura se va desplazando, como una cascada de vacíos que, con los mismos elementos, convierte a cada planta en un lugar diferente. Esbelto de proporciones y mirando al frente, guarda los tesoros de la ciudad como una esfinge, protegido por una coraza de placas de fundición de aluminio en las que se graba, como quedaba escrito en los antiguos ladrillos romanos que conserva el museo, su destino: MUSEU DE BELLES ARTS.
El programa del museo se estructura en cuatro áreas diferenciadas: pública, semipública, trabajo y almacenamiento. Estas áreas, a su vez, se organizan en tres edificaciones claramente diferenciadas. En el edificio central, en torno al claustro ajardinado, se ubican las dependencias del museo a puerta cerrada y las oficinas (área semipública). Adosado a éste, en el lado naciente del conjunto, se construye un edificio de nueva planta, y forma cúbica, donde se localizan las diversas salas de exposición de la colección permanente (área pública). En el lado poniente, y separado del edificio existente, una nueva edificación longitudinal alberga las dependencias de restauración (área de trabajo). Y, por último, en el sótano, bajo el pabellón de restauración, se ubican los depósitos de fondos (área de almacenamiento) conectando las áreas de trabajo y el edificio de exposición.
El edificio principal, que alberga la colección permanente, se construye como un apilado de cinco plantas iguales y diferentes. Los cinco niveles de exposición se ven surcados por una cascada de espacios en doble altura que permite una visión diagonal atravesando todo el edificio, hasta el patio del semisótano. Un mecanismo de sección que permite hacer compatible una gran compacidad espacial con una percepción diversificada del espacio, de tal forma que una persona, al visitar una planta, puede recorrer una sucesión de espacios con tres escalas diferentes: la de las salas, la de los espacios de doble altura, y la del espacio diagonal que recorre la totalidad del edificio.
El museo se construye con muros y losas de hormigón blanco, confiándose el acabado exterior a un único material: la fundición de aluminio, en placas y lamas, que como restricción autoimpuesta, establece un estricto orden dimensional al conjunto.