Escuela Infantil Valdespartera
Situado en el límite sur de la ciudad, entre un área de reciente expansión residencial de 10.000 viviendas y la autovía de circunvalación Z-40, el origen del proyecto se encuentra en la respuesta a las condiciones del lugar - unos terrenos de borde en la periferia urbana -, desde la escala y las características de un equipamiento docente infantil. La parcela contaba inicialmente con una superficie total de 60.000 m², destinada a todos los ciclos formativos, y presentaba un desnivel topográfico de casi 20 metros, descendiendo hacia la única calle de acceso, en el lado norte.
Los condicionantes físicos del emplazamiento, y su particular situación - entre la volumetría rigurosa y seriada de la ordenación residencial y las infraestructuras de transporte de ámbito territorial -, plantean el origen del proyecto desde la capacidad de la arquitectura para transformar un territorio inhóspito en un lugar habitable, incluso para los más pequeños, mediante mecanismos de implantación sencillos y atemporales: construir una plataforma horizontal y configurar y delimitar un recinto.
En términos pedagógicos, la idea de construir un lugar de encuentro y relación, capturando una parte del entorno para generar un espacio adaptado a las capacidades del niño, procede del modelo de piazza central de actividades desarrollado en las escuelas municipales italianas de Reggio Emilia, en torno a la que se articulan los distintos ámbitos infantiles. Sus principios sobre una escuela alrededor de una plaza nos remiten a la idea de un ámbito exterior central, continuo, sin esquinas, fluido, con un trazado curvo y una forma libre, que alude al carácter lúdico del aprendizaje infantil, y ofrece a los niños del barrio una experiencia de la arquitectura más alegre y amable, en evidente contraste con el riguroso orden cartesiano de los bloques lineales de la ordenación residencial.
La configuración del recinto del patio de juegos, al que vuelcan las aulas y el resto de las estancias, como un espacio abierto delimitado por un perímetro ovalado y cóncavo, responde tanto a la idea de que el proyecto se inicia fijando un centro alrededor del cuál la escuela se organiza, como a la creación de un ámbito interior con un carácter unitario e independiente, seguro y protegido del exterior.
El proyecto se caracteriza por su horizontalidad, por la definición de la plataforma del suelo y por la importancia y la extensión del techo, que configura un amplio porche continuo hacia el patio, sustentado estructuralmente a tracción mediante pletinas en voladizo en la parte superior. En el patio, el techo aparece como un elemento plano, homogéneo y continuo, con una importante presencia, que canaliza la visión hacia el exterior, más allá del aula, como vínculo con el paisaje. Por otro lado, la cubierta se convierte en la imagen principal del centro desde los edificios de viviendas.
La cubierta se eleva - siguiendo también una directriz curva - en sus extremos oeste y este, coincidiendo respectivamente con la mayor altura interior que requieren la sala polivalente y el comedor del colegio. La mayor altura del centro en estas zonas caracteriza el perfil del centro desde la distancia y cualifica su cubierta, al tiempo que señala los dos puntos de acceso. Junto a la forma ovalada de la planta, la mayor altura en los extremos de la elipse también responde a una concepción dinámica de la forma de bucle del colegio.
Por otro lado, en los perfiles ondulados y las formas curvas de la cubierta, los niños pueden también encontrar referencias a las formas deslizantes lúdicas de los parques infantiles. La conexión con este universo infantil caracteriza también la presencia material del edificio. Desde el exterior, la fachada curva se configura mediante la disposición de tubos de aluminio coloreados, en una disposición continua y aparentemente aleatoria – inspirada en un conjunto de lápices de colores - que encinta el perímetro exterior del centro. En contraste con el despliegue cromático exterior vinculado al carácter del edificio, el interior ofrece una atmósfera más neutra, con un reducido número de materiales y una abundante iluminación natural.
La organización del espacio interior de las aulas, estancias y corredores, ha tenido en cuenta la distinta percepción espacial de los pequeños y de sus educadores. Los espacios de circulación, de trazado curvo, se conectan visualmente con las estancias infantiles mediante unas ventanas circulares a diferentes alturas. En el exterior, el uso de diferentes colores y texturas (soleras coloreadas, caucho, césped y arbolado) permite crear espacios de juego sugerentes y variados para los niños.
Por último, el proyecto atiende desde su diseño a criterios básicos de sostenibilidad, presentes en toda la ordenación desde el planeamiento del nuevo barrio, denominado Ecociudad Valdespartera. La orientación de los espacios docentes garantiza tanto un óptimo soleamiento como intimidad respecto a la calle, el sistema de lamas verticales orientables frente a las aulas permite tanto la protección solar como el total oscurecimiento, el amplio alero en voladizo hacia el patio permite una circulación exterior cubierta, al tiempo que también protege las aulas del sol de verano, y el acabado de la cubierta minimiza su impacto visual. La construcción mediante estructuras metálicas y sistemas de junta seca disminuyen el tiempo de ejecución de la obra y la generación de residuos, mientras que tanto el planteamiento de la climatización por suelo radiante como el del resto de las instalaciones responden a criterios de eficiencia energética.