CMS San Blas
El centro de salud de San Blas es un edificio que desde su inicio en la fase de concurso ha tenido clara la idea o premisa de “edificio desubicado”. Esta idea no es algo nuevo que nosotros aportamos a la arquitectura, sino más bien que nos parece una forma eficaz y rotunda de desarrollar un programa funcional sanitario en un entorno poco relevante.
Para acentuar el valor espacial interior recurrimos a la lecorbuseriana idea de “conciliación de contrarios”. Se antepone un edificio hermético y pesado al exterior ante un espacio abierto y ligero al interior. Para conseguir esto utilizamos tanto una determinada ordenación del programa funcional por bandas como las posibilidades que nos permiten materiales como hormigón, vidrio y azulejo.
El programa del centro de salud se desarrolla básicamente en una planta baja, aunque existe un sótano para albergar el garaje y parte de las instalaciones del edificio. En planta las distintas dependencias del programa se ordenan generando una parrilla ortogonal irregular poco densa, donde 13 patios se distribuyen al tresbolillo entre las estancias públicas y privadas siguiendo tres (no)-corredores paralelos.
En oposición a este sistema ligero, atomizado por los patios, la fachada rotunda y pesada se concibe como una masa continua y ciega de hormigón visto. Idea de pesadez que se refuerza con una textura rugosa formada por encofrado de tablas horizontales que principalmente se modula cada 90cm de ancho. De esta manera la inexistencia de huecos en los paños verticales de la envolvente exterior hace que la relación interior-exterior del edificio se produzca verticalmente, casi con el firmamento. Los vidrios no definen patios sino huecos en la fachada horizontal de la concha exterior del edifico y se crea una relación vertical que permite generar un espacio interior isótropo. Las cualidades de transparencia y especulares del vidrio multiplican las visiones por simetría reflejada y junto con las cualidades de reflexión de los paños verticales de azulejo azul colocado con juntas terciadas a modo de escama ayudan a producir un ambiente interior espacioso y luminoso, casi como se introdujera el firmamento en el interior. Así el corredor se disuelve, deja de existir como una estructura lineal de conexión tradicional, porque la ordenación alterna de espacios vacíos y estanciales de carácter público permite una relación débil entre las coordenadas “x” e “y” del espacio. Para poder conseguir esta alternancia es necesario que la distribución del programa funcional se organice en barras programáticas compuestas a su vez por subunidades porque son fácilmente adaptables y alternables.