El proyecto consiste en la restauración de un torreón árabe del siglo IX situado en una colina de la provincia de Guadalajara. La silueta exterior se reconstruye intentando recuperar la imagen original (descrita en diversos textos de historia y realizando un riguroso trabajo de campo en la ruina) según exige la normativa vigente. Para ello se utiliza piedra recogida en la ladera, posteriormente labrada y aparejada según la traba existente.
El nuevo uso público de mirador, obliga a la disposición de una pasarela exterior de acceso y de unos elementos de comunicación vertical en el interior para conduzcan al nivel más elevado. Igualmente se reconstruye el forjado superior existente en la torre original. Desde éste plano, y debido al carácter de atalaya defensiva del torreón, se disfruta de unas privilegiadas vistas sobre el valle del río Saelices.
El proyecto de estos nuevos elementos es condicionado por dos premisas fundamentales. La primera es determinada por el contexto ya que la particular ubicación del torreón permite exclusivamente un difícil acceso a pie (ascendiendo la pronunciada pendiente de la ladera) que dificulta el transporte de materiales y su puesta en obra. La segunda es de carácter ideológico; toda arquitectura proyectada y construida debe ser testigo y huella del pensamiento y los medios de su tiempo y de ningún modo debe involucionar y reproducir un pasado superado y trascendido.
Por tanto, contrariamente a la estrategia utilizada en la envolvente, la nueva arquitectura es proyectada en un material ligero, de presencia evanescente, y resultado de las nuevos avances técnicos realizados por la industria del aluminio: el aluminio magnal, una aleación de magnesio y aluminio que mejora las propiedades de resistencia y ligereza del modelo convencional.
Con el mismo objetivo de reducir la cantidad de material utilizado recurre en la medida de lo posible a sistemas de construcción en los que predominen los esfuerzos a tracción (en nuestra memoria el sistema Tensegrity de Buckminster Fuller). Así, el forjado superior se construye como el somier de un colchón, mediante una retícula de cables de acero inoxidable de d: 8mm sobre la que extiende una malla de aluminio. Bajo él gravita la escalera de peldaños de aluminio de e: 20mm suspendidos de finos cables. La pasarela exterior se concibe como un gran arco de 13,5 m de luz compuesto de una plancha de 20 mm y una cuerda de dos cables de d: 20 mm. La solución “orgánica” de los montantes que conforman los petos y de los cables de protección contribuyen a enfatizar la ligereza del volumen, así como a integrarlo con el entorno natural.
No solo su materialidad o construcción, sino las sensaciones tan opuestas (ingravidez-pesantez, inestabilidad-estabilidad…) que el visitante sentirá en el nuevo mirador del valle de Saelices contribuirán a enfatizar la diferencia entre los dos tiempos tan lejanos – y tan distintos- presentes en el proyecto.