Oficinas Panamericana 50
El proceso de la operación de la ampliación de las autopistas urbanas de los años 90 habilita una gran cantidad de territorio a la lógica metropolitana en enormes operaciones sobre tierra que se vuelve urbana, y deja latente un stock de tierra en bordes y cruces de autopistas y bajadas, que paulatinamente completan la necesaria oferta de infraestructuras y equipamientos para estos nuevos territorios. Panamericana 50 se entiende dentro de esta lógica.
El proyecto trabaja sobre la idea de construir un espacio intermedio entre el exterior rutero de alta velocidad y el interior intimista de un trabajador con su monitor y sus papeles; que funcione como un buffer, mediando la entrada de luz y ruido, generando un área de trabajo semicubierta que recupera la idea de borde vegetal de la ruta.
Este espacio queda definido por una malla uniforme de chapa galvanizada plegada, perforada en distintos grados según su relación con el sol, que en el tiempo se va cubriendo de jazmines y trepadoras. En la velocidad de la ruta, un árbol iluminado aporta un diferencial en el genérico paisaje. Un baobab laboral, unas oficinas en la copa de un árbol.