Estudio para el pintor Arranz-Bravo
El nuevo edificio está dedicado a una sola actividad: Creativa, ensimismada y solitaria, tal como nos conta- ba el pintor. Esto nos inclinó a resolver el volumen de una manera compacta con un exterior uniforme – capas aislantes y estuco claro en expresiva continuidad de muros y cubierta- para establecer relaciones de carácter familiar, sin estridencias, con el entorno natural. El interior es una fluida y múltiple cavidad de hormigón consecuencia directa del concepto estructural monolítico de la construcción y de la búsqueda de espacios severos y desnudos al servicio del trabajo artístico que ahí se realiza.
En el solar en pendiente, con abundancia de árboles, en la vertiente Norte del Tibidabo y contiguo a la casa donde vive el pintor, el pequeño edificio reúne un estudio de pintura lo más grande, 12 m x 13,5 m., y vacío posible y en su planta inferior, resultado del encuentro del volumen prismático con el terreno, un taller para escultura y un almacén de obra propia.
El estudio, espacio sin vistas, recibe luz principalmente por cubierta con un gran lucernario situado en el encuentro de los cuatro planos inclinados que de forma irregular acaban de definir el espacio a partir de la línea horizontal de coronación de los muros de periferia de 5 metros de altura.
Una escalera, colocada discretamente en un lateral para no romper la unidad del estudio, conduce a la planta inferior de menor altura libre 3,5 m-. El espacio posterior más cercano al muro de contención de tierras se destina al almacén de obra y la zona delantera, taller de escultura, se abre frontalmente en su totalidad con una gran fisura rasgada de proporción ap