Vivero de Empresas
Un polígono industrial es el típico no-lugar contemporáneo. Rodeada de futuras naves, una parcela de veinticuatro metros de ancho por cien de largo orientada en sentido norte sur. La normativa le permite al primero que llegue adosarse a los vecinos, separase tres metros de uno de ellos o de los dos. Tuvimos suerte y elegimos tipología; edificio aislado. El segundo condicionante, un presupuesto excesivamente ajustado, casi un veinte por ciento por debajo del mínimo recomendado por el Colegio de Arquitectos; como consecuencia, un edificio compacto, austero.
Una caja negra. Planta casi cuadrada, esquema claustral. Semisótano, baja, primera y segunda. Cubierta inclinada a un agua. Se evidencia el canalón rematado en ambos lados por gárgolas (son habituales en este polígono los atascos por gaviotas muertas). Triple bajante en uno de los lados, el más cercano a la red general, todo sea por ahorrar.
En una de las alas, los nichos empresariales. Despachos individuales de unos doce metros cuadrados. En la planta semisótano se agrupan por si el número de emprendedores por empresa es mayor. En la otra ala, despachos para las entidades colaboradoras, gerencia y servicios comunes: aula de informática, sala de juntas, accesos, aseos. El claustro casi como argumento del proyecto. Cubierto; estamos en Galicia. Y con celosías de hormigón tamizando el espacio, creando veladuras, profundidad, matices en las visiones sesgadas…de vez en cuando nos podemos asomar al vacío, más que nada para evitar sensaciones claustrofóbicas. Los diferentes planos descomponen el espacio, introducen complejidad en una planta muy sencilla. Los prefabricados, de los baratos, como los cierres de las viviendas de las afueras.
Las escaleras se tratan casi como grutas. Se dejan en mortero visto, oscuras, otra vez el tema económico pero también el contraste con el luminoso patio. Las zancas no se apoyan; la luz resbala por los laterales. El ascensor, negro, referencia de un exterior que en este tipo de edificios se suele perder. En la planta semisótano, el patio se ajardina. Verdes todos iguales; una palmera. Zona de descanso. El aula de informática se puede reconvertir prolongándose hacia este espacio, conferencias, presentaciones.
Los acabados no tienen ninguna ciencia. Del negro exterior al blanco interior, una gama de grises en carpinterías, pavimentos o pilares de hormigón visto, por supuesto sin tratamiento de ningún tipo. En el exterior, un tapiz de celosías de hormigón que permite crecer la hierba entre huecos, creando una zona verde en medio de un polígono industrial. Aunque sea para aparcar. Incluso se planta algún árbol.