Tanatorio de Almudévar
El pueblo de Almudévar se encuentra en la provincia de Huesca, a 18 km al suroeste de la capital, enclavado en un territorio sin accidentes geográficos reseñables, sobre un solitario cerro rematado por el castillo de La Corona.
El solar en el que se ubica el tanatorio ocupa una esquina de la urbanización del Polígono del Canal, en la parte baja del pueblo, sin referentes urbanos claros y rodeado de naves industriales. La ubicación de un edificio para este uso en un polígono del extrarradio, si bien empieza a ser habitual, no deja de ser desconcertante. La visita a un tanatorio es un momento delicado, y esto exigía del proyecto una especial atención al recorrido desde la calle hasta los velatorios, con el fin de permitir que el visitante que acude para despedirse de un familiar o amigo, pueda abstraerse de un entorno como el que describimos.
Por su parte, el cliente, quien lleva años dedicándose a esta profesión, tenía muy claro cómo debía articularse el programa, y entendía que debíamos desarrollarlo en un volumen lo más compacto posible.
En cumplimiento de estas premisas, y en respuesta al entorno, el edificio se plantea como un prisma de planta cuadrada, a modo de objeto abstracto, de cuidado diseño y ejecución, lo que le permite destacar silenciosamente entre las naves prefabricadas del polígono.
Respecto a su posicionamiento dentro del solar, la decisión de situar el edificio junto a las medianeras permite ampliar el espacio que lo separa de las aceras, ayudando así a poner distancia y crear filtros entre el mundo del polígono y el ámbito propio del tanatorio. La plaza de acceso, situada en la esquina noreste de la parcela, se entiende en continuidad con la urbanización existente. La vegetación y el mobiliario conducen hacia el acceso, organizando la llegada de los visitantes y generando espacios de encuentro. Una vez más, se trata de favorecer una transición paulatina, sin saltos bruscos, entre ambos mundos.
Del mismo modo, en cuanto a su funcionamiento, el tanatorio se articula como un juego de muñecas rusas, con cada estancia situada dentro de la anterior, permitiendo al visitante aislarse progresivamente del entorno conforme se va introduciendo en el edificio.
El acceso al edificio se sitúa en el vértice de la plaza, bajo la esquina en vuelo del tanatorio. El vestíbulo abre paso a la recepción, a la sala de espera común o al pasillo de servicios. A lo largo del recorrido hacia el velatorio, que comienza en esta primera sala, la luz natural, los materiales (cada vez más cálidos) y la dimensión de los diferentes espacios dan a cada estancia un carácter distinto, acorde con el creciente nivel de intimidad requerido. También se evita que haya saltos bruscos en las condiciones ambientales, al entender que la continuidad modulada es la clave para hacer del recorrido algo sereno.
Por otro lado, el programa de servicios se despliega en el perímetro del edificio, tal que recorridos público y privado no se cruzan en ningún momento.
En horario nocturno, la iluminación artificial reproduce el efecto de la luz natural, de manera que el carácter de los espacios cambie lo menos posible. Con este mismo objetivo, tanto en la plaza de acceso como en el interior del tanatorio, la iluminación está integrada en el mobiliario y la geometría del propio edificio.