Biblioteca Can Baró
El lugar destinado a la ampliación y todo el entorno de Can Baró, conservaba el encanto de aquellas zonas donde la diversidad y la falta de unidad hacía necesaria una respuesta contundente, lógica y meditada.
La ampliación nace de la topografía, como continuidad de la misma, buscando una fusión entre el edificio y el espacio público, de manera que el espacio público no es tratado como aquello que encontramos entre los edificios, sino que queda integrado en la propia arquitectura, y el espacio arquitectónico es aquello que encontramos escondido o camuflado dentro la topografía.
El edificio responde al entorno que le rodea, con unos condicionantes de partida: el edificio existente y un gran vacío irregular de geometría compleja y con un considerable desnivel topográfico.
El nuevo edificio, en su aparente complejidad formal, se puede resumir sencillamente como una pieza hecha a medida del lugar, construida o modelada con aquello que no podemos tocar, pero sí percibir: luz-sombra, vacío-lleno, abierto-cerrado, cálido-frío...
La reforma de Can Baró, masía de principios del siglo XX protegida dentro del catálogo del patrimonio Histórico Artístico del municipio, se aborda de forma íntegra conservando, únicamente, los cerramientos de fachada.
A nivel de composición de la envolvente solamente se interviene de forma meticulosa en aquellos puntos donde se hace necesario con el fin de devolver al edificio la identidad que le corresponde. La nueva cubierta y los vidrios del lucernario, situado en la misma, se convierten en un gran captador fotovoltáico.
Aprovechando el fuerte desnivel, la nueva ampliación se muestra como una continuidad de la topografía del lugar, parte de la cubierta se transforma en alfombra horizontal como prolongación del espacio de acera de la calle superior constituyéndose en plaza pública.
Esta plaza, que sube en pendiente buscando las mejores vistas, culmina en el punto más alto como mirador en un lugar privilegiado. A partir de aquí, el edificio no se entiende como edificio, sino que se trata del propio terreno del lugar que desciende y se modela para acabar transformándose en un espacio donde albergar el programa de la biblioteca, las cubiertas comienzan a romperse bajando como topografía que desciende buscando el diálogo y relación con las edificaciones vecinas. El juego de cubiertas que suben, bajan, se quebrantan...es el mecanismo que permite, simultáneamente, ganar altura a los espacios interiores y, a la vez, filtrar y captar la luz natural para iluminar los espacios más interiores.
Dentro, los dobles espacios acabarán de llevar la luz a los espacios más inferiores. A nivel de piel, en planta baja se opta por un cerramiento el máximo vidriado con el fin de dar transparencia y anunciar lo que dentro se produce, como si fuese un escaparate, más arriba los espacios tan solo se abren en puntos muy concretos y controlados, buscando de forma selectiva las mejores vistas, permitiendo espacios más tranquilos y aptos para la lectura, preservando tanto la propia intimidad como la de las edificaciones vecinas que le rodean.
En el interior todo se articula en secuencias y espacios que cambian constantemente con simultaneidad de espacios diáfanos, dobles espacios, visiones diagonalizadas, vistas muy controladas y múltiples entradas de luz cenital.
El proyecto de mobiliario interior acaba de reforzar las trazas arquitectónicas.
Aquello nuevo y aquello existente se relacionan entre si, con el máximo respeto, por analogía y contraste. El uso de materiales comunes en reforma i ampliación, tanto en el interior como en el exterior, y el uso de un mismo lenguaje formal y espacial acaban de maclar e interrelacionar los dos edificios.
La intervención supone también la urbanización de todo el entorno de la biblioteca, con claras mejoras de conectividad peatonal.