Silicon House
Es una parcela con una ligera pendiente, ocupada por encinas, olmos, fresnos, acacias, prunos, plátanos, pinos, aligustres y laureles. Todos nacidos naturalmente con la mediación de los pájaros que vienen de las parcelas vecinas. Todos ellos, con el perímetro de sus copas, están medidos y puestos en un plano.
Le Corbusier decía que quería que el vacío patio, todavía hoy, de La Tourette se poblara naturalmente de vegetación, por viento y pájaros.
Le Corbusier dejó un vacío en su arquitectura para que lo poblara la naturaleza, decía.
Nosotros decimos que este proyecto nace como por oposición a esa idea. Es la naturaleza la que nos deja un hueco y allí, y solo allí lo poblamos de algo que por artificial es arquitectura.
Coincidimos en cambio con La Tourette en que nunca se ha buscado el camuflaje, ni la integración, ni nada orgánico. Es como es porque no puede ser de otra manera y se adapta tanto que es pura contradicción: En Italia algunos puentes de sus autopistas están pintados de azul cielo. Es un ingenuo camuflaje que sólo en muy ciertos días y muy ciertos momentos se cumple, pero en los días en que nos parece más hermoso es en aquellos en que se le ve el truco y es un azul opuesto al del fondo.
La parcela está ya colmatada por algo que interesa conservar y la única opción que nos queda es rellenar los intersticios sobrantes, restantes, entre los árboles que existen, de los que no queremos tocar ni uno, pero ni rozarles un pelo, por pequeños que sean. Hemos impuesto respeto sobre ellos de modo maníaco.
La casa se aloja debajo de dos plataformas que buscan elevar las vistas por encima de la naturaleza hacia los cielos de poniente. Abajo, las vistas de la casa son, a cambio, del arranque de la naturaleza. Las dos plataformas son el proyecto, la casa es un añadido bajo ellas. Las dos plataformas son cómodas, de pavimentos blandos de goma reciclada y colchonetas de plástico, para estar en ellas la mayor parte del tiempo –muy cerca de ellas, a todo su alrededor, se plantan árboles en los huecos que quedan- y se sube a ellas por una pequeña escalera-gárgola. Cada una es de un color y cada una está a una cota distinta para facilitar su acceso. Cada una corresponde a un tiempo interior de la casa y una no vale nada sin la otra.
Del espacio interior lo único que podemos decir es que es despreciable; sale por resto, por reacción del único espacio trabajado aquí: el espacio exterior; es un proyecto que solo se vincula con el exterior. Las dos plataformas horizontales, bien horizontales, lo cultivan en genérica proximidad pero con una distancia metafórica en la que se encuentran la naturaleza inanimada, naturaleza reproducida o abstracta, reflejo a la vez de una tierra y un cielo, que se involucra con ambos y no pertenece a ninguno.
Al final las semejanzas del juego de parecidos de su silueta zoomórfica o antropomórfica, incluyendo las casualidades de la situación de los lucernarios-miradores esféricos en los ojos y los demás lucernarios en la columna vertebral, no son más que eso, casualidades. Casualidad sería que a alguien le recordara a El Innombrable de Beckett.
Esta memoria está escrita antes de terminar la casa. Ahora, una vez terminada, sólo nos interesa añadir que se consiguieron respetar todos los árboles existentes y sólo se rompió una rama de una encina con el brazo de una bomba de hormigonar. En los huecos cercanos que quedaban se han plantado los siguientes árboles y plantas: 2 plátanos, 1 castaño de indias, 1 arce freemani, 1 liriodendro, 1 carpe, 4 tilos comunes, 4 pyrus chanticler, 2 robinias pseudoacacias, 10 aligustres, 3 lilos, 1 higuera negra, 1 higuera roja, 2 higueras napolitanas, 2 higueras gota de miel, 1 espiria, 3 celindas, 5 hierba luisa, 12 durillos, 3 boj, 11 adelfas, 15 madreselvas, 6 glicinias, 22 hiedras, 8 parras virgen, 17 jazminoides, 3 pasifloras, 8 bambúes, 5 coronillas, 25 romeros y 8 lavandas. Ahora la casa apenas se ve y con el tiempo se verá cada vez menos.