The New Rijksmuseum. Atelier Building
El Atelier Building: Un edificio instrumental
El Atelier Building, el edificio que alberga los talleres de restauración, es una pieza importante dentro de la operación total de renovación del Rijksmuseum de Ámsterdam. Dado que el edificio principal del Museo va a ser dedicado exclusivamente a exponer la colección, ha sido necesario encontrar otra ubicación para todos los otros usos que antes albergaba. De esta necesidad se deriva la construcción del Atelier Building, un edificio con un uso muy especializado que alberga los diversos talleres de restauración del museo, desde pintura a mobiliario, desde tejidos a modelos de barcos, desde la obra sobre papel a los objetos de plata o porcelana.
En resumen, un programa complejo y muy exigente, que exige grandes medidas de seguridad y una alta especialización de los distintos departamentos, con diversas necesidades de clima o iluminación artificial. La iluminación natural, en cambio, era obligada: luz del norte en todas y cada una de las dependencias, uno de los factores que más ha contribuido a dar forma final al edificio.
Frente al sentido que pudiera haber tenido, el hacer que el Atelier Building obtuviera la forma o el carácter de su pertenencia al complejo de edificios del Museo, se impuso una visión contextual más próxima, optando por integrar el edificio en su manzana, aún a costa de hacerlo así más anónimo.
El edificio ha sido construido en una parcela vecina a la del propio Museo, al otro lado de Hobbemastraat. Dentro de la manzana, el solar daba fachada a dos calles, al norte a Hobbemastraat y al sur a Honthorstraat, y aparecía rodeado por otros edificios, todos ellos autónomos y todos ellos construidos en ladrillo: al Oeste, la Manheimer Villa, un edificio de carácter residencial que alberga la dirección y la administración del Museo, y dos edificios más banales de fecha reciente destinados a oficinas. Al Este se sitúa un gran edificio de finales de siglo XIX, la Zuiderbad, realmente la primera piscina pública de Ámsterdam y aún más, otro edificio de la misma época que alberga un antiguo parque de bomberos. Con excepción de los edificios de oficinas, todos los demás gozan de diversos grados de protección monumental, y este hecho tendrá su importancia a la hora de definir el volumen del nuevo proyecto. De hecho, un aspecto más de la compleja normativa que nos afectaba consistía en mantener la visión del lateral de la Zuiderbad desde el Museumplein.
La mitad de la parcela sobre la que debíamos construir aparecía ocupada por el edificio del Veiligheidsinstituut (Instituto de Seguridad en el Trabajo), una institución de 1917, seguramente pionera en su campo. El edificio, proyecto de Cuijpers, el mismo autor del Rijksmuseum, presentaba una organización muy dual: de una parte, se abría a Hobbemastraat con un cuerpo de carácter residencial – de hecho fue rebautizado como la Villa desde un primer instante – que albergó la parte administrativa de la institución, y de otra, unida a este primer cuerpo edificado, los talleres para ensayos de materiales y elementos empleados para mejorar la seguridad en el trabajo.
A pesar de que todo el edificio gozaba de protección monumental, se propuso – y se consiguió- mantener tan solo la Villa, mucho más precisa en su arquitectura, y demoler los talleres, la parte del edificio de trazas más inciertas.
La organización del nuevo edificio
Una norma exigía mantener la visión del edificio de la piscina (Zuiderbad) desde el Museumplein. Fue una exigencia que aceptamos complacidos no tanto porque esa visión – lateral y trasera – fuera de real importancia, cuanto porque ello obligaba a subdividir el nuevo cuerpo de edificación en dos, seguramente no lo mejor para el funcionamiento del edificio, pero sí para obtener dos volúmenes más pequeños, más próximos en sus dimensiones a los otros que ocupan la manzana, facilitando así la inclusión del edificio en su entorno.
Así, el nuevo conjunto queda subdividido en tres partes, la primera la Villa hacia Hobbesmastraat, que es la parte que se conserva del edificio primitivo, y a continuación los dos nuevos volúmenes, el segundo de los cuales alcanza ya Honthorstraat hacia el sur. Todo ello unido por las plantas inferiores y los sótanos que incluso quedan conectados a través de un túnel con los almacenes del Museo al otro lado de Hobbemastraat. Sobre esas plantas de sótano, la planta baja recorre el edificio desde el acceso principal, que coincide con el del primitivo Veiligheidsinstituut. El edificio de la Villa concentra los usos más públicos, las oficinas, las salas de reuniones y, bajo la cubierta, la cantina para todos los empleados del museo.
Entre la Villa y la nueva edificación – es decir, entre la arquitectura existente y la nueva – se abre un espacio de transición, un vestíbulo de doble altura iluminado cenitalmente, y a partir de ese punto, sucesivos filtros de seguridad impiden el acceso a quién no esté autorizado.
La planta baja recorre todo el edificio y al Sur, hacia Honthorstraat, se abre la zona de carga y descarga de mercancías. El eje de circulación longitudinal se va conectando a escaleras y ascensores, alguno de ellos de gran tamaño. En la zona entre los dos nuevos cuerpos de edificación, donde se recupera la iluminación cenital, se sitúa una zona de descanso para los empleados. En las plantas superiores de los dos nuevos cuerpos de edificación se concentran una gran variedad de talleres, a partir de un corredor que al estar en posición excéntrica, permite obtener profundidades diferentes. Las plantas altas – con luz cenital de nuevo – quedan reservadas para los talleres de restauración de pintura.
El material, lo nuevo y lo antiguo, la luz del Norte, el perfil del edificio
Como resultado final, el volumen quedó subdividido en tres, de dimensiones análogas a los de los otros edificios vecinos. Si esos tres volúmenes constituían sin embargo un mismo edificio, el elegir para los dos nuevos cuerpos de edificación el mismo material del ya existente – la Villa, el ladrillo por tanto – se hizo evidente y el deducir de ahí, que lo nuevo tendría que coexistir con lo antiguo evitando cualquier complacencia en el contraste, fue la conclusión lógica, en este caso más una consecuencia que un apriorismo estilístico.
La obligada orientación Norte de todas las dependencias se constituye finalmente en el instrumento que acaba de dar forma al edificio. De una parte, a través de la sección, donde no es difícil identificar un solo trazo, que se inicia en la cubierta de la Villa y se prolonga en el atrio de conexión y en los dientes de sierra que llevan la luz norte a las plantas altas. En consecuencia, un perfil quebrado se inicia en la Villa, se prolonga hacia el sur a través de los dientes de sierra de la cubierta, baja y sube, hasta alcanzar Houthorstraat, donde el edificio presenta una fachada no por trasera menos significativa. De manera un tanto automática, las varias fachadas norte y sur de la nueva edificación aparecen revestidas del zinc de las cubiertas.
Se ha pretendido así dotar de unidad a un edificio de volumen fragmentado y hacer de su silueta un gesto fácil de reconocer, dado que su percepción, entre los otros edificios que completan el perímetro de la manzana, se hace obligadamente discontinua. A la voluntad de dotar al edificio de intensidad, de hacerlo reconocible en definitiva, se suma el artificio de orientar hacia el norte los huecos de las distintas habitaciones, utilizando el mismo artificio – en principio no demasiado elegante – tantas veces usado en las construcciones playeras para permitir una parcial y un tanto deshonesta visión del mar. Al unificar todas las ventanas de las diferentes plantas por grandes marcos de aluminio blanco, se hace al edificio más monolítico, más unitario y más reconocible para quien pueda contemplarlo.
En resumen, el proyecto se ha generado siguiendo varias líneas: por un lado, incorporar lo que llamábamos "la Villa", la parte que se ha mantenido del edificio preexistente, el antiguo “Veiligheidinstituut”. De otra parte, siguiendo de forma aproximada las líneas permitidas por la normativa, se ha pretendido crear una silueta muy reconocible que permita identificar al edificio a pesar de la discontinua percepción que de él se tiene desde Museumplein.
Así, finalmente, ha surgido un nuevo edificio de eficacia funcional extrema, "obsesionado" con abrirse a la luz del Norte, que - con la Villa como origen - alcanza finalmente al sur de Honthorststraat con una fachada suficientemente significativa.