Parque del Río Güell
El pueblo de Vilablareix en Girona, tenía previsto un crecimiento residencial considerable hacia el sud de su núcleo antiguo. Ruisánchez arquitectos recibió el encargo de la definición de los principales espacios públicos del nuevo sector consistentes en un sistema de plazas conectadas linealmente que construyera la nueva fachada entre el núcleo antiguo y el nuevo crecimiento; y un parque que constituyera el gran espacio verde de calidad del nuevo ensanche.
El paisaje productivo de la zona se caracteriza por un mosaico agrícola de cereales moteado por cajas arbóreas ordenadas que enfatizan con su altura, el llano de los campos. La vegetación de ribera, con una lógica más sinuosa, serpentea entre los cultivos actuando de fondo escénico y dejando intuir los cursos de agua que la acompañan.
El parque se coloca a lo largo de 500 metros en el límite entre la zona residencial del ensanche y la zona industrial actuando como área de esponjamiento entre ambas y siguiendo el curso del antiguo rio Güell actualmente desviado antes de entrar en la zona. Su ancho variable, alcanza en su punto máximo los 80 metros generando un espacio muy extenso que acompaña la abundante vegetación de ribera preexistente.
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El parque se ideó como un sistema de terrazas aluviales dispuestas paralelamente al rio que permitieran aumentar la capacidad hidráulica del curso en situaciones de avenidas de agua. De este modo, el espacio se sitúa a unos 2 metros por debajo de la calle perimetral. La vegetación dispuesta a lo largo de esta vía está compuesta por dos líneas arboladas de distinta altura que ayudan a enfatizar el efecto barrera hacia la industria.
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La primera terraza de sablón se dispone en la cercanía del antiguo curso y se delimita con la siguiente a través de un sistema de muretes de poca altura como si se tratara de unos troncos arrastrados desordenadamente por el flujo del agua. Este espacio, constituye el lento paseo cerca del cauce, los chopos y los plátanos.
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La siguiente terraza se encuentra 50 cm por encima de la anterior y contiene los prados texturados sobre los que juegan las retículas arbóreas del paisaje. De este modo, se acota un sistema de espacios de diferente tamaño para albergar las zonas de mayor actividad. Un conjunto de alfombras de hormigón tratado, garantiza los pasos transversales sobre esta superficie hacia la terraza de sablón.
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Finalmente, un talud de unos 2 metros recoge la diferencia de altura entre los prados y la calle Raset. Las especies que recubren su superficie le confieren movimiento, dinamismo de color y ligereza a medida que se recorren las suaves rampas que descienden hacia el parque.