Centro de Salud "Alamillo"
Un ágora triangular como reequipamiento
En la periferia de Sevilla abundan las ordenaciones residenciales en bloque abierto. Son los llamados polígonos, donde proliferan los bloques en H y los espacios intersticiales sin identidad. En los años 60 y 70, ante la acuciante necesidad de vivienda para la nueva población venida del campo, no estaba en la agenda de los proyectistas la creación de espacios urbanos reconocibles entre los bloques, que por otra parte se repetían indiferenciadamente, a veces paralelos, a veces adosados, a veces en diagonal, descuidando el vacío intermedio.
El necesario reequipamiento de estos barrios se suele encontrar con que el terreno municipal disponible es residual, de reducidas dimensiones y frecuentemente de geometría difícil. Abundan los triángulos, consecuencia de las tan apetecidas asociaciones de bloques en diagonal. El Centro de Salud Alamillo se propuso afrontar este reequipamiento asumiendo de pleno las limitaciones. No forzando la altura para encontrar holguras que permitirían trazas más amables, sino usando el exigente agudo triángulo existente como dato de una planta que tendría que ser muy compacta.
Por otra parte, en la actualidad, sin ágoras ni iglesias, los Centros de Salud son en estas barriadas en muchas ocasiones uno de los lugares más activos de interacción social, sobre todo para las personas mayores. Nuestra propuesta pasa por recrear el sentido de la plaza pública en el interior del centro, dentro de las muy limitadas dimensiones de la parcela. Este es el sentido del atrio triangular y de sus bancadas ajardinadas. Alejado sensorialmente de un entorno dominado por el tráfico rodado, con espacios públicos sin límites claros y presionados por la altura de los bloques, el atrio central, blanco, limpio y aislado, quiere ser la pequeña plaza de la que la barriada carece.
La masividad del aplacado exterior de hormigón con textura vertical formado por grandes piezas de hormigón prefabricado, sin juntas horizontales y con las juntas verticales integradas en las nervaduras, en el que las ventanas parecen ocultarse redunda en la idea de un edificio volcado hacia el espacio central como patio de circulaciones iluminado cenitalmente y en tradición con las casas patios sevillanas del siglo XIX.
El cromatismo del conjunto tiene una gran presencia en el proyecto. La elección del gris casi negro de la fachada motivó la exploración de los contrastes entre exterior e interior, determinando que el interior se realizara con una combinación de paneles fenólicos de color blanco níveo y cristal, de forma que el visitante experimentara una cierta transición sensitiva entre un exterior oscuro, vinculado a la escala de la ciudad y un interior muy luminoso y ensimismado, dejando todo el protagonismo a la luz reflejada por los lucernarios.
La cubierta verde, amueblada por los lucernarios voluntariamente sobredimensionados se trata como una “cuarta” fachada, que en los edificios de equipamiento como éste, han de ser tratadas necesariamente al quedar muy por debajo de la altura de los bloques residenciales que los rodean.