Viviendas sociales para jóvenes en Can Caralleu
El proyecto se organiza en dos piezas que se apoyan sobre un basamento, ocupado por el aparcamiento, que absorbe el desnivel entre las distintas rasantes del solar. Dicho zócalo ofrece un mirador con vistas privilegiadas sobre la ciudad, como gradiente de espacios intermedios entre el espacio público y el privado. Una tapia conecta ambos edificios, que guardan parentesco sin ser iguales, evitando tanto la repetición como la simetría, para lograr un conjunto unitario. Mediante un mecanismo de pequeños retranqueos se matiza la proximidad entre ambos, impuesta por el planeamiento. La volumetría se vacía en la última planta, eliminando la vivienda orientada a norte, y en planta baja, originando los porches de acceso que anuncian la entrada al vestíbulo.
Se trata de 36 viviendas para jóvenes de 40m2, agregadas en una unidad de cuatro viviendas por rellano. La tipología se organiza mediante un núcleo central que aglutina los espacios servidores, mientras la habitación y el estar se leen como un espacio continuo y flexible.
Dicho núcleo, al desplazarse respecto al centro de gravedad de la planta, genera el umbral de entrada, la zona de lavado y la cocina. Por otro lado, el baño exento provoca una doble circulación que permite percibir el espacio como ilimitado, de manera que, al recorrerla, nunca se vuelve hacia atrás.
El uso indiferenciado del espacio interior se traduce en la utilización de un único tipo de ventana. La protección solar, un porticón opaco de aluminio, sobresale del plano de fachada, arrojando sombras que generan una textura cambiante a lo largo del día. Como contraste, unas terrazas, cuyas sombras dan profundidad a la fachada, aparecen como filtro acústico, en las tipologías cuyas dos fachadas se ven afectadas por el ruido del tráfico de la vía rápida. Cuatro grandes aberturas pautan la textura del edificio, asociando dichas terrazas en un doble orden que atiende a la mirada lejana desde la Ronda de Dalt.
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