La Nueva Biblioteca de la Universidad de Deusto se emplaza en uno de los solares definidos en la urbanización de Abandoibarra siguiendo el proyecto del arquitecto Cesar Pelli.
Difícil pensar en un mejor emplazamiento que éste. Los edificios de la Universidad de Deusto siempre han jugado un primordial papel en la configuración de la margen izquierda de la ría, dando así fé de la voluntad de servicio que la institución siempre tuvo para con la ciudad: desde hace más de cien años Deusto ha sido no sólo la cuna de numerosos profesionales bilbaínos, sino también singular protagonista de la vida cultural de la ciudad; de ahí que, a nadie sorprenda la importancia que los edificios de Deusto tienen en el ámbito de la ría.
Desaparecidas las instalaciones industriales y los astilleros de la margen izquierda de la ría, la ciudad de Bilbao contempla ahora con esperanza el desarrollo de su próximo futuro urbano en este área frente a Deusto, que ya es una realidad dado el impacto que ha tenido en la estructura urbana de Bilbao la construcción del Museo Guggenheim. Por otra parte, la conexión entre una y otra margen se ha visto reforzada por la construcción de los puentes de Deusto y La Salve que garantizan la conexión del tráfico rodado, en tanto que, entre una y otra, la pasarela peatonal permite augurar una vida compartida entre las dos márgenes de la ría. La urbanización proyectada por Cesar Pelli plantea como pieza clave una plaza en la que se distingue como elemento fundamental una torre de 150 m de altura, escoltada por edificios que configuran la geometría de la plaza. Entendiendo que se pretendía que la torre fuese un elemento de enlace entre la trama de manzanas que tienen a la Plaza Elíptica como referencia y los espacios abiertos que, a modo de parque, se extienden a lo largo de la ría, Cesar Pelli dispuso como piezas de transición dos edificios/manzana que deberían contribuir a consolidar tanto el parque como la pasarela que conecta a la ciudad con la Universidad de Deusto. Uno de ellos, el situado más al oeste, propiedad de la Universidad Pública del País Vasco, está destinado a convertirse en el Rectorado de ésta. El otro, va a desarrollar el proyecto de la Biblioteca de la Universidad de Deusto. El hecho de que ambos solares se destinen a instituciones universitarias ayudará a reforzar el carácter público que se desea para este ámbito urbano.
Aunque la localización del solar y la configuración urbanística puedan parecer favorables, lo cierto es que la ambivalencia entre lo que son las dimensiones de una manzana y lo que son las dimensiones de un edificio exento, hacen que el proyecto no sea fácil. Si a esto añadimos la presencia imponente del Guggenheim, se entenderán las dificultades que han acompañado al arquitecto. Y ello, por no hablar del apretado programa que la Universidad de Deusto pretende satisfacer con la construcción de este edificio. ¿Cuál debería ser, por tanto, el modo de presentarse de un edificio como éste? ¿Cómo hacer que la Universidad de Deusto haga acto de presencia en la margen izquierda de la ría? ¿Qué programa académico tiene mayor sentido dadas las actuales circunstancias?
Tales son las incógnitas que plantea la construcción de un edificio como éste.
Por un lado, el Guggenheim ayudaba a despejar en buena medida tales incógnitas: el nuevo edificio no debería en modo alguno competir con el bien ganado protagonismo que el Guggenheim tiene. Por otro, el edificio debería mostrar su condición pública y establecer en lo posible la deseable continuidad con la Universidad. Uno y otro condicionante no debieran excluir, naturalmente, el que el edificio se entendiese como un edificio exento y con vida propia en el parque.
Con estos presupuestos como base para despejar las incógnitas planteadas, cabe decir que el arquitecto encontró el debido norte para orientar el edificio. Y así, hay que decir que la puerta de entrada queda, como se puede entender, emplazada mirando a la Universidad, propiciando el fácil e inmediato acceso de los estudiantes. De ahí que el acceso peatonal más importante se produzca a norte -frente a la Universidad- en tanto que el acceso rodado viene como natural consecuencia a producirse en la calle Ramón Rubial, mientras que la conexión con el parque se produce mediante un patio abierto que garantiza la transición entre lo construido y el espacio ajardinado.
¿Qué decir ahora de algo tan importante como es en arquitectura el carácter de un edificio y los materiales que permiten que su construcción lo manifieste?
Después de tantear distintas alternativas, el arquitecto se ha decidido por un material como el pavés que implica una condición mórbida en el tratamiento de los paramentos, y que nos interesaba para no competir con el Guggenheim y para suavizar el encuentro con el parque. El pavés va a dar lugar a un volumen monolítico y monocromo, neutro, que no compite con los brillos del titanio del Guggenheim y que es capaz de integrarse en el futuro universo verde del parque sin sobresaltos. Quizás el rasgo arquitectónico más importante del edificio son sus esquinas redondeadas que dan pie a considerarlo como un sólido independiente y autónomo. Estas esquinas redondeadas, por otra parte, han permitido el actuar sobre ellas con más dureza geométrica, erosionándolas mediante facetas ortogonales que dan lugar a un vivo contraste con el translúcido pavés, dada su condición transparente. Si a esto se añade la atractiva condición de fanal que adquiere al anochecer, cuando el Guggenheim se hace presente tan sólo a través de las hendiduras, se entiende que el arquitecto haya quedado seducido por el potencial del material. La biblioteca, pues, es un sólido translúcido, pero la distancia que se establece entre el Gugghenheim y la biblioteca tras la elección del material, se reduce cuando se considera lo mucho que el museo ha estado presente a la hora de definir la orientación de la biblioteca. En efecto, bien podrá advertirlo quien estudie las plantas, la biblioteca está sutilmente orientada hacia el Guggenheim, pagando el debido tributo de pleitesía al mismo con las salas de lectura que se orientan y tienen como telón de fondo de su geometría la viva volumetría del museo.
Esta orientación, por otra parte, se pone también de manifiesto en la posición del patio. A nuestro entender, el patio, que refuerza la condición pública del espacio que genera, ayuda a entablar una conexión con el parque siempre viva y a que el edificio -la biblioteca- no se encuentre en él como un convidado de piedra: de ahí que podamos decir que nos sentiríamos satisfechos si la biblioteca pudiera ser considerada como un elemento más del parque.
Pasemos ahora a describir las plantas.
Como hemos dicho el acceso se produce en la esquina entre la calle Ramón Rubial y la Avenida de Abandoibarra, punto natural de acceso desde la Universidad. El acceso desde la esquina permite situar un amplio banco de información y acogida que nos coloca en el centro del edificio, puesto de manifiesto por la luz cenital frente a los ascensores y la escalera principal, que permitirá el acceso público o el acceso a la planta donde se encuentra todo el material de referencia y audiovisuales. Desde esta planta de acceso se tendría también acceso al primer sótano, en el que nos encontraríamos con la sala de exposiciones temporales y con la cafetería, en íntimo contacto con el patio.
Si en el encuentro entre Ramón Rubial y Abandoibarra se producía el acceso peatonal de los usuarios, metros más adelante, sobre la propia Ramón Rubial se produce el acceso rodado que lleva a los sótanos. En los tres primeros quedan emplazados los almacenes para compactos, de 1.699 m2 por planta, con fácil acceso de medios rodados, lo que garantiza el acceso de libros y mercancías. En el último sótano queda emplazado el aparcamiento, con una capacidad para 74 vehículos en total, cumpliendo con lo exigido por el P.G.O.U. Nos gustaría hacer constar que, en su día, este aparcamiento podría transformarse en depósitos de libros sin intervención alguna en la estructura.
Sirviéndonos de los ascensores o de la escalera principal, que se entiende han de ser los elementos de comunicación vertical más usados, ya que el resto de escaleras están contenidas en recintos independientes cumpliendo la normativa de incendios, nos encontraremos con una generosa sala de lectura. La escalera principal, abierta a un patio/lucernario interior, conecta física y visualmente todas las plantas y entreplantas de la biblioteca, por ello, se ha dotado al conjunto de la biblioteca de las necesarias medidas de detección y extinción de incendios.
La condición oblicua de las salas a la que antes nos referíamos, se hace evidente en la estructura que orienta, a quien en ellas se encuentre, hacia el Guggenheim. Este valioso fondo que el Guggenheim supone, estaría enfatizado por el contraste que se produce entre el pavés y el vidrio transparente, contraste que de un modo insensible se repite al hacer coincidir la transparencia con el diedro invertido (cóncavo) y el pavés con el diedro que define los paramentos exteriores (convexo). Envolviendo las salas de lectura se produce una doble crujía que introduce la geometría del ángulo recto. Esta doble crujía permite, por un lado, el acoplamiento de los elementos verticales de elevación y, por otro, el desarrollo de los elementos claves en el programa de una Biblioteca: el almacenaje de libros, espacios para los trabajos de bibliotecarios y los cubículos para investigadores. No habrá escapado a quien al estudiar el proyecto se haya encontrado con las secciones, que la doble crujía se produce en dos plantas. Y ello nos llevaría a explicar la estructura de este edificio de otro modo: la biblioteca de la Universidad de Deusto es el resultado de superponer cuatro salas de lectura arropadas y protegidas por las crujías mencionadas.
Esta última consideración nos llevaría a insistir en lo mucho que en esta Biblioteca se da prioridad a la presencia del lector. La Universidad de Deusto siempre había hablado de una masa de lectores no muy lejana a los mil lectores y ello, dadas las dimensiones del solar, obligaba a prescindir de una tipología tradicional de biblioteca en la que la sala de lectura se constituye en elemento crucial de la forma y a admitir que la biblioteca iba ser el resultado de superponer dichas salas.
Si antes habíamos hecho hincapié en el encuentro del edificio en el parque, nos gustaría decir algo a propósito de la atmósfera de los interiores del edificio. Ello nos llevaría a volver a decir algo acerca de las salas de lectura. Las entendemos como espacios abstractos -el pavés da lugar a poder aplicar este calificativo- interrumpidos por la literal transparencia del hueco que tiene como fondo el Guggenheim. La altura de estos espacios –a caballo entre lo abstracto y lo concreto- garantiza la condición de espacio público que nos gustaría tuviesen estos interiores. El contraste del que antes hemos hablado, se daría también en la disposición de los muebles, donde la disposición de agrupaciones de largas mesas en consonancia con la estructura oblicua que orienta las columnas, quedaría en estrecha convivencia con mesas circulares en ambos flancos. Por otra parte, esta condición pública de las salas de lectura se pierde en las crujías de servicio, en donde, la escala reducida, tanto en superficie como en altura, daría lugar a un sentido de posesión más inmediato a los usuarios de los cubículos, de las aulas, de los seminarios, así como a los bibliotecarios que trabajan en ella. Creemos, sin embargo, que se produciría una íntima conexión entre uno y otro espacio, dando pié a que la biblioteca universitaria se entendiese en sí como el resultado de superponer cuatro bibliotecas diversas.
José Rafael Moneo Vallés, Abril de 2005