Casa 108
Aún encontrándose en una de las zonas más vírgenes de la Costa Brava, la urbanización Rosamar se caracteriza por una mezcla de tipologías de construcciones y autoconstrucciones de bajo interés arquitectónico y alto impacto paisajístico.
Como respuesta, el proyecto tiene la voluntad de efectuar la mínima huella ecológica posible en una parcela con fuerte pendiente y espesa vegetación mediterránea. Un entorno que modificamos lo más mínimo, tanto por la colocación inclinada de la casa y su consecuente reducción del movimiento de tierras, cimentación y residuos generados, como por el mantenimiento de la vegetación para no perder el ambiente sombreado y fresco actual, como, finalmente, por el diseño sensible de los elementos exteriores escalera de madera siguiendo el pendiente natural y valla perimetral mínima.
Mediante la adecuación en sección al perfil topográfico original se consigue que cada uno de los ámbitos interiores tengan relación directa con el jardín a través de anchas aberturas regulares que diluyen el exterior con el interior, aseguran luz natural permanente, permiten francas ventilaciones cruzadas y multiplican los matices de control del confort interior. A la vez, su geometría inclinada creciente en sentido sur facilita la renovación del aire caliente por la fachada superior, y la captación de nuevo aire fresco por la inferior, orientada a norte.
Todas las aberturas disponen de tres niveles de cerramiento: postigos regulables que garantizan la protección solar en verano y la captación en invierno, una mosquitera que permite ventilar a la vez que proteger de los insectos, y carpintería interior de aluminio con rotura de puente térmico y cristal doble con cámara interior. Las tres hojas son correderas y se esconden en la cámara ventilada de la fachada de manera que se consiguen aberturas completas del hueco de obra que intensifican la relación con el entorno y la percepción de sus muros.
La fachada es de doble hoja ventilada con el muro portante interior. Con esta solución mejoramos en aislamiento, inercia térmica y estanqueidad, minimizamos los puentes térmicos y las posibles condensaciones y evitamos grietas derivadas del encuentro del plano vertical de fachada con el forjado sanitario y el de cubierta. Incluso nos permite reducir la luz para poderla cubrir con jácenas autoportantes que no necesitan encofrado.
La fachada sur, mas expuesta al sol, dispone de una sombra vegetal: enredadera de hoja caduca que protege de la radiación directa en verano pero dejando entrar el sol en invierno.
La cubierta, poco expuesta debido a su orientación norte y la protección de la vegetación existente, es de acabado de zinc sobre tablero hidrófugo con cámara ventilada y aislamiento interior. Los pavimentos son de hormigón en masa y funcionan como acumuladores térmicos por radiación directa y efecto invernadero, dotando al edificio de inercia selectiva según se utilicen los sistemas de protección solar.
Como resultado tenemos una segunda residencia con un programa muy ajustado, con el mínimo coste en metros, el máximo de compacidad, facilidad de construcción y mínima inversión energética en obra y en mantenimiento y que además... ha satisfecho plenamente al promotor.