Bodegas Darien
Un lugar para una bodega
Envuelta por sus 35 hectáreas de viñedo, se asienta en la segunda plataforma occidental del valle del Ebro en lo que fueron los antiguos viñedos del Marqués de Romeral, conformando con los viñedos y bodegas de Marqués de Vargas y Marqués de Murrieta un conjunto único y de singular valor ambiental y paisajístico.
Enmarcadas por la autopista A-68 y la CN-232, los amplios y cuidados viñedos que envuelven sus bodegas, ofrecen una fiel y noble imagen del amable paisaje riojano que describe la reconocida calidad de sus vinos y la calidad de vida de esta región.
Si nos propusiéramos describir de una manera muy sintética el esquema orográfico de La Rioja, podríamos asemejarla a un peine conformado por el conjunto de afluentes que descienden desde las zonas montañosas del Sistema Ibérico hasta el Ebro. Estos ríos configuran un conjunto rico y variado de sucesivos valles que se entregan al amplio valle del Ebro, en torno al cual se asientan las 63.000 hectáreas que suman los viñedos de la Denominación de Origen Calidad Rioja y que abarca 148 municipios pertenecientes a tres comunidades autónomas diferentes (La Rioja, Navarra y País Vasco).
La sucesión de valles configuran un paisaje ondulado y variado, con cerros y lomas que se recortan en el horizonte sobre el azulado fondo de las sierras de Cantabria y Codés por el norte, y las de la Demanda y Cameros por el sur. Estos sistemas montañosos protegen el valle de los vientos fríos del norte y calurosos del sur, forzando una suave ventilación en el sentido noroestesudeste del valle, muy bien expuesto al soleamiento.
En este marco, los terrenos arcilloso-calcáreos de los viñedos Darien y su especial protección por el cerro de Larrá, configuran un medio de muy especial valor para la viticultura.
El concepto arquitectónico. Por qué la bodega es así
El delicado paisaje en el que debíamos trabajar constituía un soporte muy exigente con nuestra actuación y nos demandaba un gran esmero en la concepción del proyecto. Debíamos fundir la edificación con el paisaje, hacer natural la convivencia de la bodega con la tierra difuminando los límites entre el paisaje y la obra construida.
Partiendo de este principio y con el dimensionado resultante de los datos de producción facilitados, definimos tamaños de naves y estancias relacionadas con el área agroindustrial de la bodega, iniciamos la concepción de una planta que fuera encajable en el lugar deseado. Su tamaño y dimensión se ajustaba a la pretensión inicial de ubicarla en el cerro, pero había que evitar una excesiva presencia de estos grandes cuerpos o naves. Debíamos empotrar la bodega en el talud, soterrando las grandes naves y dejando emerger sólo aquellas dependencias que requerían luz y contacto con el exterior.
Así, el volumen edificado quedaría oculto en su gran mayoría, manteniendo la continuidad del manto vegetal y, a su vez, dotando a la bodega de un equilibrio térmico y acústico (carreteras y ferrocarril) excepcional.
Desde el punto de vista arquitectónico, tenía trascendencia la forma de resolver la parte vista de la edificación, la parte vivenciada por las personas y por tanto, necesitada de luz y de contacto con el exterior. Debía orientarse buscando la visualización del viñedo y el paisaje, puesto que constituye un activo impagable. ¿Cómo hacer convivir una edificación de estas características con el amable y suave paisaje riojano?. Un paisaje, en donde la topografía nos dibuja una sucesión de lomas y cerros, consecuencia de la intervención de la mano del hombre que ha ido tallando una a una, para convertirlas en una interminable malla de viñas separadas entre sí por pequeños taludes y ribazos.
Analizamos esta cuestión. Observamos los ribazos, y apreciamos que estamos acostumbrados a ver cómo los peñascos emergen de ellos y quedan a la vista. Quizás también debiera emerger la bodega de la tierra, como lo hace la roca rota.
Trabajamos en esta analogía, entre piedras que emergen en los ribazos y los volúmenes de esta parte de la bodega que también emerge de las entrañas de la tierra.
Efectivamente la composición formal es fiel reflejo de esta pretensión analógica. Las superposiciones de unas piedras sobre otras, los giros, sus planos y esquinas apuntadas y en vuelo. Su posición, más relacionada con los movimientos y tensiones de la tierra que las envuelve que con la horizontal o vertical. Todas estas apreciaciones han sido abstraídas para trasladarlas al proyecto, que no pretende un mimetismo sino una alusión o referencia alegórica.
Así, en el ribazo sobre la viña, del cerro que lo domina, emerge la bodega presentándose como una agregación de grandes peñascos que giran unos sobre los otros dejando pasar la luz. Entre cuerpo y cuerpo, entre cara y cara, ocultan grandes paños de vidrio que iluminan estancias y lugares nunca convencionales. La manera de entrar la luz, sus formas y espacios maclados e intercomunicados, ofreciendo una continuidad espacial que fluye sin detenimiento, que nos conduce con naturalidad y nos va sorprendiendo en cada una de las miradas de nuestra observación.
La abstracción formal nos fija en este tiempo que vivimos, y alcanza su aceptación como superación de lo figurativo. La amplitud y diversidad de lo imaginario ante la descripción literal. O las sensaciones, como vivencias que pertenecen a un estadio más evolucionado que la pura racionalidad, nos ofrece esta propuesta más difícil de aprehender y de concretar pero más rica y diversa, con multitud de visuales y caras, y fundida como parte inseparable de un paisaje que, esperamos, no podamos imaginar sin esta bodega.
La metodología del proyecto
Las singulares características del proyecto y las dificultades para su trabajo en dos dimensiones con el método tradicional de la geometría euclidiana, nos llevó a la utilización de métodos que nos permitieran manejar las tres dimensiones.
La explotación de las posibilidades del programa Autocad y su compatibilidad de archivos con el 3D-Studio-Max además del programa Inventor, nos permitió trabajar en paralelo con todos ellos para obtener los resultados apetecidos. El primero, como programa para la introducción de datos rigurosos que nos permita construir con rigor dimensional el edificio; los segundos, para manejar la visualización de toda la volumetría, intersección de planos y maclas de masas y volúmenes, etc. Estas herramientas tan eficaces ayudan a desarrollar el trabajo en tres dimensiones a partir de las ideas iniciales y los croquis de partida. En definitiva, trabajamos con maquetas virtuales.
Recorriendo Darien
Probablemente la aproximación a Darien con la presencia, allá en el fondo, de la cara de la bodega montada sobre el ribazo y dominando el viñedo, resulte inquietante para quien desconoce el significado de una formalización tan expresiva y abstracta.
Cuando accedemos a su interior las cosas parecen cambiar. La serena panorámica que desde el interior del hall nos ofrece la vista sobre el viñedo y el valle del Ebro, nos permite entender el orden que encierra aquella, aparentemente, desordenada suma de volúmenes que nos ofrecían las primeras imágenes. La superposición de cuerpos deja espacio para los acristalamientos y el paso de la luz. Todo se convierte en un ejercicio de racionalidad enlazando espacios y recorridos, cambiando de ambientes, pasando del luminoso hall a un secuencial oscurecimiento que desciende hacia las entrañas de las tierras que cobijan la bodega propiamente dicha. Es una zona de poca luz, sombría y misteriosa, un recinto panorámico desde el que divisamos la sala de elaboración roja, de color vino, tonalidad que contrasta con el brillo del acero inoxidable de los depósitos de fermentación. Y luego la sala de crianza o barricas, levemente iluminada, donde sólo vemos barricas y las imponentes vigas arqueadas del techo con el mismo perfil de una barrica. Y después, la sala de envejecimiento o botellero, con un ambiente que invita al respeto y al silencio: el vino duerme, necesita quietud.
Especial atención merece la sala-museo de la Historia de la Cerámica en La Rioja, una singularidad cultural de la bodega, propietaria de esta valiosísima colección sobre la que desarrolló su tesis doctoral el historiador Enrique Martínez Glera.
Se trata de una sala pensada y construida expresamente para albergar la colección. Necesitábamos luz cenital para dibujar bien las formas de las vasijas. Ello explica la macla de las dos pirámides truncadas e invertidas, cuya superposición nos permite albergar las dos plantas. Y los planos inclinados de la figura piramidal, la disposición de estantería de manera escalonada, posibilitando así obtener iluminación cenital en todas las piezas sin producir sombras una sobre otra.
Una vez conocidos los espacios que alberga, resulta de interés iniciar un paseo por el exterior, envolviendo la bodega, ya que nos permite entenderla de una manera más completa. Las miradas desde la zona ajardinada posterior nos ofrece unas panorámicas dignas de la visita. El recorrido sobre el manto vegetal nos permite descubrir las naves que hemos visitado mediante la interpretación del jalonado de lucernarios triangulares que emergen del terreno. Los viñedos de Darien, Marqués de Vargas y Marqués de Murrieta nos presentan un paisaje único que se engrandece con la panorámica sobre el Soto de los Americanos y todo el valle del Ebro, con Viana al pie de la Sierra de Codés.
#Winery