Casa N
Los clientes, una pareja con dos hijas avecindados desde hace algunos años en Guadalajara, deseaban para su idea de hogar el poder evocar y mantener algunas de las razones que los trajeron inicialmente a vivir a esta ciudad; por ello, el proyecto trata de recuperar y potenciar esa singular tradición local de construir alrededor de un patio central; mediante otro patio adyacente la relación nueva logra unir en un solo espacio a la estancia con la terraza.
El proyecto está trabajado en tres niveles: a nivel del sótano se ubican las cocheras, los servicios y un cuarto de juegos; la escalera que se adhiere al muro central de la casa crea una conexión espacial entre los diferentes niveles de la vivienda, provocado un lugar de encuentro obligado entre sus habitantes al momento mismo que abandonan los recintos privados que ofrecen recogimiento y tranquilidad.
En el nivel de planta baja se localiza la estancia-comedor y la cocina, flanqueados por un patio menor que resulta casi como una vitrina para mirar un árbol así como la sala y el estar familiar alrededor de un patio central. Finalmente, en el tercer nivel se localizan las tres recámaras que se aprovechan tanto del patio como de los jardines exteriores.
La envolvente de la casa, en la planta baja se imaginó más traslucida que opaca; de hecho, se concibió como un espacio para la contemplación del jardín que rodea la casa. En contraste, en la planta alta predomina el sólido sobre el vacío con la idea de ofrecer privacidad y seguridad a sus ocupantes.
La volumetría de mayor sección define un juego claro y conciso en donde dialogan el vacío y la abertura para atrapar el espacio en una envolvente que alterna sólidos y vanos. El ritmo que producen las secuencias entre plenitud y vacío, entre transparencia y opacidad, proponen al usuario un recorrido de luces y sombras que acaban siendo el hilo conductor que propone un recorrido interior.
La pulcritud y corrección en la elaboración del detalle constructivo durante el proceso de diseño y su posterior ejecución, hacen de la sencillez una virtud y del lenguaje de los materiales un mundo rico y complejo.
La casa no se define como objeto, sino como una diversidad de espacios resultantes de la superposición de superficies opacas, traslucidas y transparentes que tan solo se interponen entre la naturaleza y el sujeto. Así, la arquitectura permite una relación intencionada con el exterior: no hay una diferencia muy clara entre lo que es dentro y lo que es fuera. No se trata, por lo tanto, de espacios introvertidos sino de aquellos que participan del exterior. La arquitectura es entendida como sucesión de pieles traslucidas cuya finalidad es producir efectos de transparencia, continuidad y necesariamente elementos capaces de producir sombras que ofrecen el silencio necesario para escucharse a sí mismo.