Nueva Sede Del Parlamento De Navarra
Liberamos los dos patios interiores fruto de desafortunadas operaciones hasta alcanzar un espacio válido. El edificio esconde en su interior otro lugar, un vacío, que renuncia a la mirada de la ciudad para apuntar sólo hacia el cielo. La expresión decimonónica hacia la ciudad sufre la intrusión espacial en el reconocimiento de este nuevo lugar. El edificio libre de aquellos miopes patios adopta un nuevo cierre que abandona el lenguaje y posición tradicional de la fachada para alcanzar la cualidad de membrana transparente que permite que a su mirada no se oculte nunca más aquel descubierto cielo.
Surge un nuevo límite en su interior. Si al exterior fue acicalada fachada en comprometida relación urbana, ahora el límite descubre el valor espacial de su ocupación. En su espacio secreto el edificio se mira y su transparencia se transforma en democrático conocimiento
El desencuentro de la membrana y el edificio señala el signo de una imposible unión de dos historias/arquitecturas que ya no coinciden, desvanecidas en la transparencia que apunta hacia el cielo descubierto. La "ausencia" de soportes permite alcanzar a la nueva piel la apariencia de levedad propia de nuestro tiempo, que une y acondiciona el edificio y su nuevo uso, garantía de una auténtica validez.
La membrana generara con el edificio válido un límite de grosor variable, pleura. En vertical construye con los muros que permanecen los corredores que dan acceso a las estancias del edificio. En horizontal genera los espacios de recepción y encuentro; protegidos al regazo de la historia, pero iluminados por la piel de un nuevo tiempo. El espacio límite abandona la simple condición epitelial para condensar en forjados y vigas metálicas, espacio intersticial.