Estudio de arquitectura
Construir un lugar propio es una oportunidad no exenta de riesgos y dificultades. Elegí un lugar fundante en Granada, en el barrio del Realejo, junto al Campo del Príncipe, en un solar privilegiado por sus vistas a la ladera oeste de la Alhambra presidida por el auditorio Manuel de Falla y el carmen de los Mártires y al fondo, detrás de los cedros, castaños, magnolios y palmeras de los jardines de los hotelitos de Belén, Sierra Nevada, pero que por su reducida dimensión había sido descartado por muchos ya que no tiene posibilidad de una compartimentación convencional. Con 3,60 metros de fondo y 10 de fachada esta obra es un ejercicio de mínimos. Un laboratorio de luz y de construcción para ser vivido.
El programa es excepcional como excepcional es este minúsculo solar de la calle Belén. Se adapta a ser una suma en vertical de espacios de trabajo y de vivienda unipersonal que no renuncian a tener calidad y riqueza espacial utilizando medios muy sencillos, como la manipulación de la luz natural, los juegos de alturas en el interior que pretenden compensar la estrechez de las salas y por supuesto la no compartimentación del espacio, por lo que escalera y núcleos húmedos se sitúan en los extremos dejando libre los espacios centrales.
La precisión implica la resolución de los problemas minimizándolos, es decir con el menor aporte posible y a su vez solucionando las necesidades técnicas y funcionales que se requieran.
A esa singularidad pretende atender el proyecto, que se concibe como un paño de la muralla que delimita la ciudad histórica construida y las huertas exteriores. Y así se plantea el proyecto: un muro perforado por huecos estrechos y regulares con una única apertura en la parte alta. Como un carmen granadino más, se cierra a la calle y se abre al cielo, al jardín.