Restauración de los Baños Califales
El objeto del proyecto era la consolidación y restauración del conjunto excavado y denominado como “Baños Califales” en el Campo Santo de los Mártires de Córdoba, su cubrición, y la consiguiente reparación y puesta en valor del espacio urbano en que se encuentran.
Las primeras investigaciones arqueológicas se realizaron en 1903, tras las cuales se cubrieron de nuevo los restos. Se reinician las mismas en 1961 y se vuelven a interrumpir en 1964, permaneciendo al aire el yacimiento desde entonces hasta la conclusión de estas obras, período en el que se intentaron intervenciones que solucionaran la protección de los restos y el consiguiente conflicto urbano originado por su precaria situación en el seno de la ciudad. El yacimiento fue catalogado como Bien de Interés Cultural por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
Los argumentos de la intervención se construyen sobre una serie de cuestiones que afectan al lugar, su pasado y su presente: La ejecución de una nueva terraza urbana que se incorpora a la plaza del Campo Santo de los Mártires. El acondicionamiento del yacimiento arqueológico. Y al fin, la relación que se establece entre éste y aquélla, la percepción que se tiene del yacimiento desde la plaza, y la que de la presencia del Campo Santo se tiene desde el interior. Esta última cuestión es la que ha gobernado la lógica del proyecto, procurando una convivencia no sólo aceptable, sino estimulante, entre esos dos niveles de la realidad y la historia urbana de Córdoba.
Del yacimiento conocemos prácticamente en su integridad las piezas de un Baño ubicado en el Alcázar Califal, con un desarrollo espacial y arquitectónico que permite pensar en el principal del Alcázar, pero también una serie de salas y de elementos que revelan fragmentos de una organización en parte todavía oculta, enterrada bajo la cota actual de la plaza. El conjunto hoy desvelado resulta de la yuxtaposición de una serie de piezas, algunas cerradas y herméticas, en la lógica propia de los baños que exigen espacios acondicionados para tal fin, y otras salas que posiblemente rodeaban patios o jardines. Restos de espacios abiertos, estancias y salas que fueron enterrados, sobre los que ahora tendemos una terraza, nueva pieza en el Campo Santo que se ofrece para ser recorrida por el paseante.
Sustituimos el antiguo aterramiento por un plano que es techo desde el interior y terraza en la plaza. La idea de terraza o azotea no queda sólo en el nombre. Nunca una azotea está despoblada, la habitan los elementos que permiten establecer la relación entre el interior, el edificio que cubre, y el exterior, el cielo de la ciudad. Aquí es la que intenta establecer el nexo entre dos ciudades, la Córdoba del pasado, con su carga de ensoñación, pero también de olvido, y la inevitable ciudad del presente. Los elementos que la construyen quieren servir de vehículo a esta mediación. Por eso su arquitectura se quiere abstracta, una trama, un sistema de ejes en el que se engarzan o aparecen cada una de las piezas que pugnan por mostrarse de uno al otro mundo.
La terraza se eleva en un plano horizontal, aislándose del inclinado actual de la plaza. Se establece así una lógica geométrica y constructiva distinta a lo circunstancial del suelo del lugar, con voluntad de ser a la vez un preciso espacio urbano y pieza de una edificación. Es un espacio con una medida determinada por el entramado del suelo, una malla de losas cuadradas de granito, y una pieza urbana que revela lo difícil de su convivencia con las edificaciones vecinas en su borde norte, recortado por piezas que emergen y bordes quebrados para dilatar el acerado de las casas. De un lado a otro, de este a oeste, se puede atravesar sin obstáculos y para ello dispone de rampas y gradas en sus costados. Y abre una hendidura al sur en toda su latitud.
Quien desde el espacio abierto de la plaza se acerca a la terraza, percibe la superposición de los dos niveles, el plano que al retirarse deja abierto el foso desde el que acceder al yacimiento enterrado. Se favorece así el entendimiento, la comprensión de una rara situación urbana, antes de entrar al yacimiento. La bajada es también un recorrido de uno a otro extremo, alargando ceremonialmente el tránsito entre dos momentos de la ciudad tan distantes en el tiempo.
Si la pieza más importante del yacimiento, el Baño principal, aparece prácticamente íntegro como tal sistema, en el conjunto están presentes otras estructuras que permanecen aún sin desvelaar del todo. Incluso cabría pensar que esta intervención actual podría ampliarse en un futuro hacia el sur de la Plaza sacando a la luz más restos del Alcázar, planteándose, en el límite, la propia configuración de la Plaza como un recinto o jardín arqueológico. En cualquier caso la propuesta quiere ser a la vez cerrada, pues determina una configuración que puede convivir con las circunstancias presentes del espacio urbano, o incluso con las previsibles si se elimina el tráfico, y abierta, permitiendo que en un futuro quizás lejano pueda replantearse, pues se ha cuidado que todas las operaciones de mayor consistencia estructural sean reversibles, es decir, puedan desmontarse sin demasiada dificultad. Así lo son los forjados y la cubierta, los muros de contención, resueltos con placas prefabricadas entre pilares-guía metálicos, y los propios pilares del pórtico de entrada, que también son metálicos para evitar el monolitismo de los elementos estructurales.
Sobre una estructura de grandes vigas de madera laminada, se tiende un plano mallado, el entramado de losas de granito, que es la pauta de la construcción de la terraza. Los elementos que deforman y accidentan cada uno de sus puntos son los que finalmente establecen una relación entre lo visible y lo oculto, el arriba y el abajo, más allá de las puras relaciones virtuales establecidas por la medida y orientación de la malla. El trasdós de las salas de baño es un elemento reconocible. En el yacimiento se conserva el abovedamiento original de dos salas y la reconstrucción que del de las salas del baño califal se hizo en actuación reciente. Permanecen así las piezas que aseguran luz y ventilación en las salas de los baños, y se dota al resto de los espacios de elementos que se las procuren: Paramentos translúcidos de moldeados de vidrio y lamas de inoxidable, ubicados en el cerramiento frontal y en dos lucernarios que se han hecho coincidir, uno con el espacio de un patio y otro con el de alimentación de la caldera.