Las Atarazanas constituyen, sin duda alguna, el espacio civil más imponente de la ciudad. Tras la Catedral no existe en Sevilla otro espacio interior más solemne, áulico y, al mismo tiempo, desconocido que el que constituyen las viejas atarazanas, construidas en el siglo XIII, acostadas a un fragmento de su muralla islámica.
Los sucesivos estratos que se acumularon dentro de este espacio interior, hasta dejar sepultados los arranques de los arcos más abajo de los cinco metros, no restan, a nuestro entender, un ápice en la memorable percepción de este espacio interior, intenso y emocionante.
En los tiempos actuales en los que la ciudad de Sevilla está perdiendo buena parte de sus espacios públicos, debido a la privatización, mercantilización o uso inadecuado de los mismos, el proyecto CaixaForum podría representar una magnífica oportunidad, para ofrecer a Sevilla el mejor espacio público cubierto de la ciudad: la nueva Plaza Pública de las viejas atarazanas medievales.
Convertidas en el vestíbulo principal de acceso a CaixaForum, la Caixa además de recuperar uno de los episodios más sobresalientes de nuestro patrimonio arquitectónico, podría ofrecer a la ciudad este importante territorio a fin de convertirse en el espacio de encuentro y de relación de todos los ciudadanos en torno al mundo del arte, la cultura y el conocimiento.
Para ello, nuestra propuesta plantea resolver la mayor parte del programa en la planta superior del edificio, a fin de mantener intacto el espacio existente de planta baja y, de otra parte, abrir este espléndido espacio a la ciudad, a través de la fachada a la calle Dos de mayo. Esta fachada se convertirá así en fachada principal e imagen del nuevo CaixaForum-Sevilla.
La soberbia y de otra parte, insólita presencia de la Catedral desde las cotas altas de las Atarazanas ha condicionado igualmente algunas de las decisiones que han afectado a la organización general del proyecto, como han sido la localización del restaurante y sobre todo la del auditorio, precedido de un amplio foyer acristalado que acota y encuadra la imagen impresionante de la Catedral y la Giralda, vislumbradas a lo lejos y ahora incorporadas al nuevo proyecto. Un nuevo plus a sumar a los ya indiscutibles valores arquitectónicos de nuestro edificio.
El nuevo espacio del vestíbulo es la aportación de la propuesta, una ventana a la calle, el único signo que habla con discreción de la nueva intervención. Un espacio contemporáneo de gran altura, fluido y continuo, que transita verticalmente los distintos niveles del edificio. Una lenta y larga rampa lo conectará con el espacio inferior, la nueva plaza cubierta. Se trata de una rampa que quiere ser de largo recorrido, que distancia el contacto y aplaza voluntariamente el encuentro entre ambos tiempos, el espacio medieval de la plaza pública y el contemporáneo que fluye de los contenidos del CaixaForum.
Las salas de exposiciones se ubican, con gran naturalidad y solvencia, en los espacios existentes correspondientes a la Sala de Armas y a los talleres de Artillería al tiempo que el auditorio se construye, de nueva planta, en una posición transversal a las naves, como ya hiciera la intervención del siglo XVIII, bajo un sigiloso movimiento de cubiertas que se pliegan en múltiples quebradas, buscando pasar inadvertidas en la configuración final del edificio intervenido.