Edificio de oficinas de Tracasa
El edificio se ha planteado como una masa elaborada que se apoya en el terreno, adaptándose a la topografía del lugar. Funciona a partir de los preceptos de superposición: se coloca por encima de los elementos de soporte, se genera una estratificación, una coincidencia y una unión con el entorno natural y construido.
La solución permite que la topografía se manifieste en su forma más natural y pura generando lugares de encuentro y esparcimiento.
Un edificio como éste, que atrae a gran número de usuarios, debe considerar cómo se conecta con el resto de la ciudad, cuál es la secuencia lógica de aproximación, cómo se debe salir a recoger al visitante o trabajador, qué se ha de ceder a la ciudad y qué no. Así, se genera un atrio con acceso desde dos niveles, como dimensión pública de esta arquitectura. Se llega a él desde la calle exterior, orientada al norte, creando un acceso rápido, expeditivo y controlado; y también desde un espacio público ganado en el propio solar, una plaza recogida y configurada por el propio edificio, adaptada a la naturaleza del terreno que funciona como área de expansión de las actividades más públicas del edificio.
Hacia la calle lateral de orientación este, el volumen de la planta baja se retranquea, generando una plaza pública protegida del viento, que permite la expansión más social del edificio y fortalece su relación con los habitantes de la ciudad.